martes, 18 de junio de 2013

Ser gilipollas como elección

He decidido ser gilipollas y tengo la sana intención de convenceros para que me acompañéis en mi camino, si no lo consigo, no pasará nada, mi decisión esta tomada.

Lo más adecuado, creo, es comenzar por definir el término, saber a que reto he decido enfrentarme, y pienso que lo más adecuado es consultar a los expertos en definiciones, los señores de las letras en forma de asiento, la RAE.

gilipollas.
1. adj. vulg. gilí. U. t. c. s.

Vamos a darles una segunda oportunidad.

gilí.
(Del caló jili, inocente, cándido, der. de jil, fresco).
1. adj. coloq. Tonto, lelo. U. t. c. s.

Instantes de vidas robados

Esto esta mejor, ya podemos entrar en materia, para ser gilipollas bastará con parecer alelado y hacer tonterías, porque todo el mundo, a estas alturas, saber que tonto es el que hace tonterías. Es posible que si el lector tiene la desdicha de conocerme este pensando que ya lo soy, pero intentaré ir más allá.

Mi elección es un firme propósito, usar mi libertad en contra de mis propios intereses, he decido pensar primero en algunos, que no en los demás, y después en esos demás, que nadie busque en estas líneas a un buen samaritano, seré gilipollas pero muy egoísta.

Si he decidido preocuparme más de no hacer daño que de estar bien, de procurar sonrisas que de reír, de poner mis mejillas cuando arrecien las hostias, de dar la cara a sabiendas de tener el culo al aire, no es porque sea un mártir. No, es simplemente porque me sienta mejor el traje de gilipollas que el de cabrón.

Así pues, la elección es el egoísmo de anteponer mi felicidad a mis ambiciones, o quizás sea un desesperado intento de aferrarme a la primera de ellas.

La elección es renunciar a hacer como hacen, además, no siendo pecado pierde atractivo.

La elección es encontrar en ser un gilipollas el camino de la razón, elegir unos quiméricos ideales y tratar de reflejarlos en cada exhalación, la gilipollez es no renunciar a cambiar el mundo a sabiendas que no soy más que un hombre, puede que por eso mismo.

Sé que fracasaré, que este bienintencionado inconformismo se perderá por el camino, que es fácil decir, que es imposible hacer, pero, no por eso voy a dejar de intentarlo.

Si he decidido esto es porque lo necesito, tengo una incógnita que despejar, uno de aquellos trajes es mi envoltorio natural y el otro, tan solo un disfraz.

A veces exigimos cambios sin estar dispuestos a cambiar o peces sin tener la intención de mojarnos el culo, mi cambio es mi elección.

Al final, todo se reducirá al legado que dejemos.