martes, 9 de julio de 2013

Otro día que no llueva


En general, esto tiene sentido si a mi me (conmigo) apetece escribir y a ti leer.

No sé si tienes ganas de leer, pero ocurre que a mí ahora el cuerpo me pide escribir otra cosas, lejos del blog y cerca de mí, intentar quitarme del culo el pretérito que me esta mordiendo.

Así pues, esto no es un adiós, ni un hasta luego. Sencillamente ni yo sé lo que es...

...pero es necesario.

Sed felices.

jueves, 4 de julio de 2013

Panegíricos y ditirambos (EN YO MAYOR)

Es la duda lo que me hace pensar, es la duda.

Es la felicidad la que me hace buscar, es la felicidad.

Durante mucho tiempo pensaba, todo lo que decía, sin decir, todo lo que pensaba, ni sentir todo lo que decía... y no fui feliz.

Durante mucho tiempo dije todo lo que pensaba sin pensar lo que decía... y no fui feliz.

Pero no por eso deje de buscar, y ante la duda pensé dejar de pensar, pensé anular cualquier proceso racional y decir simplemente lo que sentía, hablar, no con la razón, sino con las entrañas, con las vísceras, que mi voz fuera el latido de mi corazón... y no fui feliz.

Y en una de esas contradicciones que conlleva ser humano, intentando dejar de pensar pensé que quizás, la felicidad no es una meta sino un camino.

Pensé que la felicidad no es un tesoro, es la búsqueda.

Y todo se dio la vuelta.

Es el pensamiento el que me hace dudar, es pensar.

Los lunes al sol
Es la camino lo que me hace feliz, es caminar.

Y puede que necesite alejarme del mundo para estar cerca de mí.

Puede que necesite viajar para poder andar el camino de la felicidad.

Porque ese, es un viaje de verdad, y podría hacerlo desde el salón de mi casa, pero no sé sí, o más bien sé que no, podría vencer a mi monotonía rodeado de las cosas que veo siempre, rodeado de los cimientos que sustentan mi rutina. 


Porque en los viajes de verdad, lo único seguro, es que la persona que regresa no es la que se marchó.

Porque, es más sencillo dejarlo para mañana, porque para cambiar hay que echarle cojones, y es más fácil ser valiente cuando puedes dejar en el armario el traje de la persona que deberías ser.

Porque creo que el camino de la felicidad, es un viaje personal e intransferible, que nace la cutícula y termina en el ventrículo. Y allí, anuda un cordón de seda para poder volver tirando de él, con la firmeza del mimbre (que se dobla antes que partirse), con esa perfecta tensión que voltea el corazón sin desgarrarlo.

Porque los viajes de verdad, esos que transcurren lejos de caminos y veredas, esos que no tienen que ver con el desplazamiento, siempre dejan un poso de sabiduría, la certeza de saber que ya no se esta perdido, de ser mucho más yo de lo que nunca había sido.

No sé a dónde me lleva el camino, pero sé por donde empezar, ahora solo me falta la valentía.