miércoles, 27 de marzo de 2013

El mundo de los no vivos


La tierra es un cementerio lleno de personas vivas que murieron, algunas hace años, otras ayer, mañana... los no-zombis, los vivientes fallecidos.

Personas que una vez tuvimos algo y lo perdimos todo.

De cerca

Porque todo, tu forma de besar, esa infantil mirada, los atardeceres que la fotografía de la habitación del fondo me recuerda... porque todo lo que perdimos era lo que nos daba la vida.

Porque no era la luz del sol la que me iluminaba, sino la manera en que la reflejabas.

Porque no respiraba otro aire que no fuera el que tu exhalaras (buscando algún perdido pedacino tuyo).

Porque seguimos respirando, pero ya, ni las gotas de lluvia alivian nuestra deshidratada piel ni la cerveza empaña los cristales del alma.

Y alrededor de todo, paisajes que pasan, olas que rompen en la orilla, gente viva que ríe, nubes, claros, noches y días.

Y en medio de todo el no-zombi, inmóvil, muerto, “parado frente al mar mientras mientras el mundo gira” (Francisco M. Ortega Palomares; Ideario) mirando la vida pasar.

Cuesta entender que de la quietud nace el movimiento, de la mansedumbre la rebeldía y de la muerte la vida, cuesta entender, que cuando estas perdido dentro de ti, pararse sea la mejor manera de avanzar.

viernes, 22 de marzo de 2013

SUEÑOS DE VIAJES IMPOSIBLES IV. Si quieres, te llevo a caballito


...pero así fue, este ser humano deconstruído, no descarto la posibilidad de que se tratase de un zombi bien conservado, nunca quiso ver conmigo a 22 homínidos corriendo detrás de  un esférico, su único interés consistía en conseguir un zumito, una silla, una mesa para apoyarse y... un hueco en la mesa de la Encarna, al fondo a la derecha, frente a la puerta de los servicios...

Este detalle, lo descubrí gracias a una imperiosa necesidad de miccionar, seguramente provocada por el innecesario abuso del zumo de cebada con el que maride aquella hamburguesa moruna, que de repente, y sin previo aviso, me invadió. No me malinterpreten, no es que a mi me guste la cerveza, ni que me deje llevar por el vicio, es que en aquel chiringo los botellines se encargaba de abrirlos la pequeña, recuerden, la no madre de mi no hijo, con un mechero, y debo serles franco, me sorprendió tanto que ya estará allí cuando yo llegue vía aerobus como la hipnótica habilidad con las que los abría.

No quisiera ceder a la tentación de embarullar esta historia con datos innecesarios, el meollo de la cuestión es que, después de una pelea con la puerta, endiablado diseño el del deslizado en sentido vertical, y con el miedo a que la misma cayera sobre mi cabeza mientras pasaba por debajo, entre al mingitorio.

Jamás había visto un baño tan grande, sin exagerar tenía el tamaño de un campo de fútbol, solo que sin césped ni grada, si no me creen se lo pueden preguntar al arbitro y a los dos jueces linea que allí estaban. Aquello me desconcertó tanto que decidí mear al calor del dulce vaivén del dulce mar, pero al girarme, la deslizante y vertical puerta cayó impidiendo mi retirada. Para más inri, no tenía manilla por el lado interior, ha cambio tenía las instrucciones de aquel baño.

“La salida y el retrete encontrarás al final de camino de baldosas amarillo limón.
PD: Usa la escobilla”

Preste atención al policromático y embaldosado suelo de aquella estancia y descubrí, por suerte para mí masculina percepción del color, que las únicas baldosas amarillas, la verdad que ese apellido limón había conseguido intranquilizarme ya que la necesidad apremiaba, se disponían desde la puerta en L, como si un ajedrecista caballo las hubiera colocado.

Una hora y casi siete mil baldosas después, orgulloso de mi forma física y de la capacidad de mi vejiga, llegue a aquel pulcro y amarillo retrete...no sé el tiempo que estuve frente al mismo, pero recuerdo la placentera sensación de vacío, entonces, tiré de la cadena... sin duda alguna debí pulsar el botón, pero me pudo la nostalgia, sinceramente pensé que era un servicio retro, a la moda, pero no...

El puente sobre el río Guadiana
La cadena no desencadenaba una pequeña e higiénica cascada de agua, no, la cadena provocaba que aquel baño se replegara sobre sí mismo hasta convertirse en un ascensor, mi absurda lógica se sintió, perpleja, abrumada y compadecida, ante las extrañas habilidades de mi imaginación .

Al menos, aquel ascensor era bastante normal, o eso creía yo, con su luz fluorescente y su espejo en el fondo. La primera peculiaridad que note es que solo tenía un botón, igualmente me extrañó que estuviera ubicado al fondo, a una altura que debería rondar un metro desde el suelo, en la parte izquierda del mismo. Fue al acomodarme en el sofá que había bajo el espejo, cuando descubrí que aquella ubicación era la más práctica posible.

Debí haber esperado más antes de pulsar aquel botón, debí haber disfrutado más de aquel cómodo sofá, pero no lo hice, nada más sentarme lo pulse, y entonces, el ascensor giro 90 grados hacía atrás, convirtiendo en suelo el espejo y el sofá, y comenzó un vertiginoso ascenso durante el que fue desmembrándose. La puerta reconvertida en techo, las paredes, el suelo reconvertido en puerta, en apenas una treintena de segundos de aquel ascensor sólo quedaba el fondo, con su espejo y su sofá, reconvertido en suelo.

El ascenso duro unos tres minutos, o eso me pareció a mi, la barba de dos semanas que creció durante el mismo se empeña en llevarme la contraria, y me pareció sorprendentemente tranquilo, salvo por la borrasca de mosquitos, para el precario medio de transporte en el que me hallaba, sin duda, lo peor vino al final.

Sin más, el ascensor detuvo su infrasónico ascenso y giro otros 90 grados, recobrando el fondo su función original y lanzándome fuera del inexistente habitáculo con una fuerza desmedida, temí lo peor, sin duda tuve suerte, mucha suerte, o será que todo termina dónde empezó o que empieza cerca del final, porque aterrice en aquel castillo inflable que estaba junto a la rubia en la playa de arena rojiza y agua dulce.

Muy a mi pesar, ella ya no estaba allí, sin embargo, a una decena de metros de la orilla, dentro del dulce agua, había credo un puesto de mercadillo, gitana incluida, que ejercía de ropero para bañistas incautos, como era mi caso, que nunca sabían que hacer con la chupa de cuero...

sábado, 16 de marzo de 2013

EH TÚ (Lo llaman crisis pero es lucha de clases)


Lo llaman crisis pero no lo es.

Llevan tanto tiempo mintiéndonos tanto, en tantas cosas, tantas veces que, la distracción ha sido inevitable, como si de un perfecto y orquestado plan se tratara, cada pequeña cortina de humo, cada mentira, ha conseguido distraer nuestra atención de la gran falacia que subyace en el fondo de todo. Nos han repetido tanto que estamos en crisis que hemos acabado por creérnoslo.

Lo llaman crisis pero no lo es.

Me encuentro delante de mi ordenador con una difícil y poco común situación, sé lo que quiero decir, lo que quiero contar, pero no sé como explicarlo.

La realidad que quiero transmitir se asemeja más a una percepción, a un sentimiento, a una intuición que a unos hechos constatables o a una contabilidad en B perfectamente demostrable por las transacciones reflejadas en los papeles de un experto contable.

A estas alturas no puedo distinguir, no sé si me estoy volviendo un paranoico conspiracionista o simplemente, como dice Stéphane Hessel “Es cierto, las razones para indignarse pueden parecer hoy menos nítidas o el mundo, demasiado complejo. ¿Quién manda?, ¿quién decide? No siempre es fácil distinguir entre todas las corrientes que nos gobiernan” (¡Indignaos!)


Sombras de milagros

Como decía, podría recitar, como si de la alineación de un equipo de fútbol se tratará, los miembros del Gobierno y no dar el nombre de ninguno de nuestros gobernantes.

La realidad a la que antes hacía referencia parte de ese gobierno de sombras, de esas manos que mueven los hilos de los que cuelgan los títeres a los que denominamos presidentes, ministros, etc.

La realidad a la que antes hacia referencia es que, ese gobierno de sombras hace tiempo que es consciente de la obviedad de nuestra realidad, valga la redundancia. De que el aumento de la esperanza de vida, del consiguiente envejecimiento de la población, de los gastos de ello derivados, de la sobrepoblación a nivel mundial, del surgimiento de nuevas potencias económicas... de que estos y otros factores hacían inviable el sistema tal y como estaba concebido.

La realidad a la que antes hacia referencia es que, ese gobierno de sombras atisbó, a principios del siglo XXI un órdago del destino. O una élite, unos pocos elegidos renunciaban a sus muchos privilegios, no solo económicos, pero sobre todo de esta índole, a favor del beneficio de la mayoría. O muchos, la mayoría, renunciaba a gran parte de sus derechos, en favor de los privilegios de una selecta minoría.

Fue entonces cuando alguien concibió un plan y lo llamo crisis.

Una crisis de diseño, un experimento de laboratorio, con un único objetivo, cambiar el estado del bienestar por el estado del medioestar.

Parece descabellado pensar en un timo de escala mundial, capaz de cambiar modelos de estado, basado en intereses privados de una élite...

Parece descabellado pensar que, PSOE y PP, en plena crisis, se pongan de acuerdo en llevar a cabo una reforma de la intocable constitución española, que esa reforma defina las prioridades económicas de nuestro país y no sea sometida a referéndum.

Parece descabellado pensar que se alcance el Gobierno con un programa electoral que después es almacenado en un cajón, porque eso a lo que llaman crisis exige justo las medidas opuestas a las que estaban en él.

Parece descabellado pensar que un Gobierno avale a un sistema bancario que no concede crédito a sus ciudadanos sin pedir nada, ni siquiera eso, a cambio. Parece descabellado que sean los ciudadanos quienes realicen sacrificios para salvar bancos mientras estos los desahucian.

Parece descabellado que nunca nadie dimita.

Parece descabellado que mientras se habla de brotes verdes, de salida de la crisis, del fin de las políticas de recorte se endurezcan las condiciones para el acceso al subsidio por desempleo a los mayores de 55 años y se traben las prejubilaciones.

Parece descabellado pensar que el objetivo último de todo esto sea llevar a nuestra capitalista sociedad a un estado vegetativo, en el que no puedas alzar la voz porque el despido sea cuasi-gratuito y los derechos laborales un recuerdo del pasado. En el que sea necesario trabajar más años para tener acceso a una menor pensión. Un estado en el que el copago sanitario de paso a la privatización y en el que la educación sea sustituida por el adoctrinamiento.

Parece descabellado que ese estado vegetativo se mantenga, sea aceptado por los ciudadanos por la simple razón de que no hay para más, de que es lo único que se puede hacer, la única manera de salir de una crisis que no existe. Por la esperanza de seguir teniendo algo que llevarnos a la boca, porque si yo no acepto trabajar en según que condiciones mi vecino lo hará.

Y sí ese gobierno de sombras hubiera encontrado la proporción exacta entre desesperación y esperanza, entre la usurpación de derechos y el pan al final del mes... y sí a esa alienación de una sociedad la llamamos estado del medioestar.

Lo llaman crisis pero es lucha de clases.

Y si de repente nos despertamos y les jodemos el plan.