sábado, 16 de marzo de 2013

EH TÚ (Lo llaman crisis pero es lucha de clases)


Lo llaman crisis pero no lo es.

Llevan tanto tiempo mintiéndonos tanto, en tantas cosas, tantas veces que, la distracción ha sido inevitable, como si de un perfecto y orquestado plan se tratara, cada pequeña cortina de humo, cada mentira, ha conseguido distraer nuestra atención de la gran falacia que subyace en el fondo de todo. Nos han repetido tanto que estamos en crisis que hemos acabado por creérnoslo.

Lo llaman crisis pero no lo es.

Me encuentro delante de mi ordenador con una difícil y poco común situación, sé lo que quiero decir, lo que quiero contar, pero no sé como explicarlo.

La realidad que quiero transmitir se asemeja más a una percepción, a un sentimiento, a una intuición que a unos hechos constatables o a una contabilidad en B perfectamente demostrable por las transacciones reflejadas en los papeles de un experto contable.

A estas alturas no puedo distinguir, no sé si me estoy volviendo un paranoico conspiracionista o simplemente, como dice Stéphane Hessel “Es cierto, las razones para indignarse pueden parecer hoy menos nítidas o el mundo, demasiado complejo. ¿Quién manda?, ¿quién decide? No siempre es fácil distinguir entre todas las corrientes que nos gobiernan” (¡Indignaos!)


Sombras de milagros

Como decía, podría recitar, como si de la alineación de un equipo de fútbol se tratará, los miembros del Gobierno y no dar el nombre de ninguno de nuestros gobernantes.

La realidad a la que antes hacía referencia parte de ese gobierno de sombras, de esas manos que mueven los hilos de los que cuelgan los títeres a los que denominamos presidentes, ministros, etc.

La realidad a la que antes hacia referencia es que, ese gobierno de sombras hace tiempo que es consciente de la obviedad de nuestra realidad, valga la redundancia. De que el aumento de la esperanza de vida, del consiguiente envejecimiento de la población, de los gastos de ello derivados, de la sobrepoblación a nivel mundial, del surgimiento de nuevas potencias económicas... de que estos y otros factores hacían inviable el sistema tal y como estaba concebido.

La realidad a la que antes hacia referencia es que, ese gobierno de sombras atisbó, a principios del siglo XXI un órdago del destino. O una élite, unos pocos elegidos renunciaban a sus muchos privilegios, no solo económicos, pero sobre todo de esta índole, a favor del beneficio de la mayoría. O muchos, la mayoría, renunciaba a gran parte de sus derechos, en favor de los privilegios de una selecta minoría.

Fue entonces cuando alguien concibió un plan y lo llamo crisis.

Una crisis de diseño, un experimento de laboratorio, con un único objetivo, cambiar el estado del bienestar por el estado del medioestar.

Parece descabellado pensar en un timo de escala mundial, capaz de cambiar modelos de estado, basado en intereses privados de una élite...

Parece descabellado pensar que, PSOE y PP, en plena crisis, se pongan de acuerdo en llevar a cabo una reforma de la intocable constitución española, que esa reforma defina las prioridades económicas de nuestro país y no sea sometida a referéndum.

Parece descabellado pensar que se alcance el Gobierno con un programa electoral que después es almacenado en un cajón, porque eso a lo que llaman crisis exige justo las medidas opuestas a las que estaban en él.

Parece descabellado pensar que un Gobierno avale a un sistema bancario que no concede crédito a sus ciudadanos sin pedir nada, ni siquiera eso, a cambio. Parece descabellado que sean los ciudadanos quienes realicen sacrificios para salvar bancos mientras estos los desahucian.

Parece descabellado que nunca nadie dimita.

Parece descabellado que mientras se habla de brotes verdes, de salida de la crisis, del fin de las políticas de recorte se endurezcan las condiciones para el acceso al subsidio por desempleo a los mayores de 55 años y se traben las prejubilaciones.

Parece descabellado pensar que el objetivo último de todo esto sea llevar a nuestra capitalista sociedad a un estado vegetativo, en el que no puedas alzar la voz porque el despido sea cuasi-gratuito y los derechos laborales un recuerdo del pasado. En el que sea necesario trabajar más años para tener acceso a una menor pensión. Un estado en el que el copago sanitario de paso a la privatización y en el que la educación sea sustituida por el adoctrinamiento.

Parece descabellado que ese estado vegetativo se mantenga, sea aceptado por los ciudadanos por la simple razón de que no hay para más, de que es lo único que se puede hacer, la única manera de salir de una crisis que no existe. Por la esperanza de seguir teniendo algo que llevarnos a la boca, porque si yo no acepto trabajar en según que condiciones mi vecino lo hará.

Y sí ese gobierno de sombras hubiera encontrado la proporción exacta entre desesperación y esperanza, entre la usurpación de derechos y el pan al final del mes... y sí a esa alienación de una sociedad la llamamos estado del medioestar.

Lo llaman crisis pero es lucha de clases.

Y si de repente nos despertamos y les jodemos el plan.

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