...y sin embargo me sentía
excepcionalmente bien, algo me decía que el jefe de la estación no
estaría mucho tiempo dispuesto a responder mis preguntas. Pude
observar como miraba, impaciente y de reojo, la televisión de la
estación, estaba empezando un nuevo capitulo de sensación de
vivir...
- ¿Dónde estoy?
- Ya se lo dicho caballero, en el tren
de vuelta
- Me refiero a en qué país, ¿dónde
estoy?
- En realidad no tiene nombre, aquí
nunca le encontramos valor a fronteras, banderas ni nada
parecido... señor, disculpe pero tengo prisa, ¿puedo ofrecerle una
chuchería?
Acepte gustoso el palote que me ofreció
el cariado jefe de estación y le hice una última pregunta,
necesitaba saber de dónde volvía ese tren.
- Eso depende de dónde halla ido usted
en el tren de ida, debe usted saber que aquí no nos regimos por
normas convencionales...
Mientras me acompañaba hacia el
exterior del vagón me regalo una guía turística, y entonces, las
piezas empezaron a encajar.
Si ustedes se ven en una situación
parecida solo puedo recomendarles que nunca se dejen llevar por las
apariencias.
Quizás pareciera un pedazo de cartón
arrancado de una caja de galletas Tosta Rica, en el que, con la
caligrafía de alguien que desconoce la existencia de los
cuadernillos Rubio, aquel joven había escrito algo ligeramente
legible, nada más lejos de la realidad.
Si dijera que estaba ante la mejor y
más completa guía turística estaría quedándome ridículamente
corto:
“La imaginación es más importante
que el conocimiento. El conocimiento es limitado, la imaginación
rodea al mundo” (Albert Einstein)
Ya no me sorprendió que aquel joven me
regalará una cita de Einstein, por fín mi adulta mente entendió
que allí, regían las leyes de la imaginación.
Me subí al tren ida y comencé a
explorar el reino. Imagine que empezaba mi viaje hacia la costa
este.
Y entonces... me embargo la desilusión,
no hubo luces de colores, vórtices de energía radioeléctrica ni
agujeros de gusano en technicolor... pensaba que mi imaginación iba
a cruzar el hiperespacio entre destellos de estrellas y
sencillamente, nada de eso paso.
Segunda lección del viaje, en el reino
de la imaginación nada ocurre como otros han imaginado para ti, la
imaginación no es un efecto especial rodado en una película, ni un
universo de color generado por ordenador, va más allá, nos
atraviesa, inunda cada una de nuestras células y, sin coger impulso,
sigue su camino, no sabe de dimensiones, ni de espacio ni de tiempo, y, sí consigues acoplarte a ella, serás mejor
de lo que jamás podrías haber sido.
Como decía, paso sin más, nunca supe
si el tren se movió o fui yo, lo más probable es que fuera el
resto del universo lo que se desplazó, en cualquier caso, imagine mi viaje
a la costa. El siguiente recuerdo que conservo, es mi asiento varado en una
playa, casi infinita, de arena roja y agua dulce, pero no de esa
falsa agua dulce de los ríos, esa que debe su nombre a la falta de
cloruro sódico, no, era un mar de agua dulce.
Me desabroche un cinturón de seguridad
que no recordaba haberme abrochado y, me sorprendió ver que estaba
descalzo, llevaba bañador y camiseta de tirantes, además el asiento
ya no estaba, o quizás nunca estuvo, esa es una duda que aun no he
podido resolver.
Sin embargo, el recuerdo más nítido,
el que se ha grabado a fuego en mi memoria, el que siempre perdurará
de aquel viaje a la playa es, una joven, rubia, alta, muy guapa, que
con una vidriosa mirada no dejaba de repetir, ¡CHIRINGO PLAYA!