viernes, 31 de agosto de 2012

SUEÑOS DE VIAJES IMPOSIBLES. La infinited imaginaria

...y sin embargo me sentía excepcionalmente bien, algo me decía que el jefe de la estación no estaría mucho tiempo dispuesto a responder mis preguntas. Pude observar como miraba, impaciente y de reojo, la televisión de la estación, estaba empezando un nuevo capitulo de sensación de vivir...

- ¿Dónde estoy?
- Ya se lo dicho caballero, en el tren de vuelta
- Me refiero a en qué país, ¿dónde estoy?
- En realidad no tiene nombre, aquí nunca le encontramos valor a fronteras, banderas ni nada parecido... señor, disculpe pero tengo prisa, ¿puedo ofrecerle una chuchería?

Acepte gustoso el palote que me ofreció el cariado jefe de estación y le hice una última pregunta, necesitaba saber de dónde volvía ese tren.

- Eso depende de dónde halla ido usted en el tren de ida, debe usted saber que aquí no nos regimos por normas convencionales...

Mientras me acompañaba hacia el exterior del vagón me regalo una guía turística, y entonces, las piezas empezaron a encajar.

Si ustedes se ven en una situación parecida solo puedo recomendarles que nunca se dejen llevar por las apariencias.

Quizás pareciera un pedazo de cartón arrancado de una caja de galletas Tosta Rica, en el que, con la caligrafía de alguien que desconoce la existencia de los cuadernillos Rubio, aquel joven había escrito algo ligeramente legible, nada más lejos de la realidad.

Si dijera que estaba ante la mejor y más completa guía turística estaría quedándome ridículamente corto:

“La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado, la imaginación rodea al mundo” (Albert Einstein)

Ya no me sorprendió que aquel joven me regalará una cita de Einstein, por fín mi adulta mente entendió que allí, regían las leyes de la imaginación.

Me subí al tren ida y comencé a explorar el reino. Imagine que empezaba mi viaje hacia la costa este.

Y entonces... me embargo la desilusión, no hubo luces de colores, vórtices de energía radioeléctrica ni agujeros de gusano en technicolor... pensaba que mi imaginación iba a cruzar el hiperespacio entre destellos de estrellas y sencillamente, nada de eso paso.

Segunda lección del viaje, en el reino de la imaginación nada ocurre como otros han imaginado para ti, la imaginación no es un efecto especial rodado en una película, ni un universo de color generado por ordenador, va más allá, nos atraviesa, inunda cada una de nuestras células y, sin coger impulso, sigue su camino, no sabe de dimensiones, ni de espacio ni de tiempo, y, sí consigues acoplarte a ella, serás mejor de lo que jamás podrías haber sido.

Como decía, paso sin más, nunca supe si el tren se movió o fui yo, lo más probable es que fuera el resto del universo lo que se desplazó, en cualquier caso, imagine mi viaje a la costa. El siguiente recuerdo que conservo, es mi asiento varado en una playa, casi infinita, de arena roja y agua dulce, pero no de esa falsa agua dulce de los ríos, esa que debe su nombre a la falta de cloruro sódico, no, era un mar de agua dulce.

Me desabroche un cinturón de seguridad que no recordaba haberme abrochado y, me sorprendió ver que estaba descalzo, llevaba bañador y camiseta de tirantes, además el asiento ya no estaba, o quizás nunca estuvo, esa es una duda que aun no he podido resolver.

Sin embargo, el recuerdo más nítido, el que se ha grabado a fuego en mi memoria, el que siempre perdurará de aquel viaje a la playa es, una joven, rubia, alta, muy guapa, que con una vidriosa mirada no dejaba de repetir, ¡CHIRINGO PLAYA!

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