martes, 30 de abril de 2013

La historia de nadie


La historia es la mayor obra de ficción jamás contada.

Basamos nuestros aciertos en los errores de otros, y es ahí dónde reside nuestro equivocación.

Un error de base que lo contamina todo, que lo invade todo, que se apropia de todo, que es todo...

Ni tan siquiera somos estúpidos.

Ni tan siquiera somos un inepto arquitecto que empieza la casa por el tejado.
Historia: Naturaleza muerta.

Somos obedientes adoctrinados que continúan la casa de otros, ni siquiera vivimos nuestra vida, solo continuamos la partida de la existencia que nos ha sido asignada... solo perpetuamos los errores por otros cometidos.

No existe axioma más alienante; aquel que no conoce la historia esta condenado a repetirla.

Qué nos asusta de ser como somos, de ser como siempre hemos sido, ¿por qué nos doblegamos al miedo a repetir una historia de la que no somos responsables? ¿por qué no tomamos el miedo como ejemplo?

El miedo es libre, y es en esa libertad dónde cimienta su poder.

Todos los pueblos han sido conquistados y conquistadores, el ser humano se define en igual proporción por su capacidad para la creación y para la destrucción, para odiar y para amar.

 “Nunca se empieza una batalla tarde” (A, Cabrales) y, desde luego, ninguna esta justificada.

La historia de cada amor es reescrita, desde la perspectiva del interés, de la justificación de las barbaries cometida, por el odio que ha de conquistarlo.

En la historia no hay sitio para la verdad, la sinceridad fue desterrada a instantes infinitos de tiempo presente.

Y el cenit de la paradoja se alcanza cuando, en lucha contra un pasado que no existe, enfrascados en una batalla contra la persona que ya no somos, que nunca fuimos, acabamos siendo otros, repitiendo una historia que nunca fue la nuestra.

Cambiando los paisajes, los motivos, el decorado, la carne que recubre el esqueleto de la historia que pretendíamos evitar, la osamenta de mentira prevalece, la verdad que podríamos haber sido se desvanece en volutas de apariencia.

La sinceridad requiere libertad, y esta necesita de la valentía del cambio, de la rebeldía de querer ser quienes somos y no quieres deberíamos ser.

La historia solo nos será útil cuando aprehendamos a ignorarla.

Todas las respuestas están en nosotros, en el mapa de los sentimientos que guardamos en algún oscuro rincón de nuestro negro corazón.

PS. TODO GRAN CAMBIO ES LA CONCATENACIÓN DE MUCHOS PEQUEÑOS, ¿EMPEZAMOS POR PENSAR?

Ni tan siquiera estoy seguro de que exista el lugar al que puedo denominar aquí o el instante que puedo denominar ahora, desde esa perspectiva, y sabiendo que el tiempo es vida, solo cabe vivir aquí y ahora.

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