viernes, 28 de diciembre de 2012

3th


El ser humano ansía conocimientos, y se olvida, en su desbocada carrera por la calle curiosidad, de acumular sabiduría a la misma velocidad.

Lo contrario le pasa a los seres inertes, no tienen prisa, no les interesan los efímeros conocimientos, prefieren que cada evento que ocurre a su lado deje en ellos algo de pauta energética, acumulan sabiduría, desprecian conocimiento. No sé si a vosotros os pasa, a mi sí, existen sitios, lugares, monumentos, cascos históricos, en los que siento que aprehendo con solo rozar, con las yemas de mis dedos, una pared, una roca, lugares que rezuman la sabiduría de haber sobrevivido a demasiadas generaciones humanas.

Por eso envidio a los árboles, de entre los seres vivos, son los únicos que tienen esta capacidad.

Sobre pequeñas dudas y como hacerlas infinitas


Postludio:

No trates de buscarla, así no va a funcionar,
es escurridiza y no se deja atrapar...

Un día, cuando no la necesites te va a encontrar. En un lugar inesperado, al doblar una esquina tal vez… quizás ahí, lo empieces a notar, un duro y seco golpe en la boca del estomago, una cálida sensación invadiéndolo todo…

Desde el mismo centro del impacto, arrasándolo todo, adueñándose de todo,
hasta la última célula muerta del más largo de tus cabellos...

Eso es la felicidad.

Tanto tiempo buscándola sin saber que buscar,
hoy, por fin, un árbol sabio me lo ha sabido explicar.

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