domingo, 3 de febrero de 2013

Con la televisión apagada (96)


A veces no me apetece escribir, a veces me apetece pero no tengo los medios necesarios, a veces no soy yo, a veces solo soy el mundo que me rodea, la luz de las estrellas me atraviesa, se adueña de mi, hace conmigo lo que quiere...

A veces, cuando debería trabajar, delante de mi ordenador desconecto todos los módulos racionales de mi cerebro y dejo que mis dedos pulsen teclas, junten letras, a veces, simplemente necesito dejar salir algo que no sé si alguna vez estuvo dentro.

Por qué miramos las estrellas, por qué con esa cara abobada, por qué...

Son objetos fuera de nuestro alcance, puede que extintas, y sin embargo influyen en nosotros (me la suda la astrología) me dan calma, paz, consiguen detener mi deambular por la calle o convertir en inolvidable una noche de verano...

Son objetos fuera de nuestro tiempo, de nuestra conciencia, objetos que posiblemente no existan y sin embargo nos influyen, aunque sea durante un miserable instante de tiempo, nos cambian...

Podemos negar la realidad y no aceptar que somos lo que el universo hace de nosotros, pero estrellas extintas guían, de vez en cuando, nuestros pasos, las decisiones que tomamos están mediatizadas por objetos que no existen, ni aquí ni ahora...

Podemos negar la realidad y autoconvencernos de que fuimos nosotros quienes decidieron pararse a mirar... o podemos aceptar la realidad...

A veces simplemente necesito dejar de luchar contra mi... contra mi realidad... y aceptar la realidad de todo, aceptar que no soy un inviduo aislado, que nunca lo fui, que mi existencia se debe, tan solo, a una causalidad y no a la casualidad...

Piedras
A veces simplemente necesito aceptar que solo somos fruto de una noche loca que entre la energía y el azar, de una quimérica combinación de factores que dan origen a eso que llamamos vida...

A veces necesito ser lo que el universo espera de mí, a veces necesito que una piedra me recuerde quién soy...

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