Hoy he visto llover; no recordaba la
última vez, bueno, en realidad sí... fue hace cuatro días, pero fue
en otra ciudad, en otro clima, y sobre todo, sin olor a tierra
mojada...
Ese olor que, cuando invade mis fosas
nasales, me obliga a sentirse absurdamente feliz, no bien, ni contento
o alegre, absurdamente feliz, como si nada más ocurriese en el mundo, sabiendo que nada más me importa.
Es curioso, seguramente alguna conexión
neuronal se halla derivado con la lluvia y este haciendo corto con alguna conexión aledaña...pero esta absurda placided provocada por
algo tan nimio como un olor, me recuerda, irremediablemente a algo que hoy he leido...
Comer
chocolate provoca que nuestro cerebro segregue opiáceos.
¿Provocará el olor a tierra mojada
ese mismo efecto?
Qué pieza se desencaja en nuestra
lógica, en nuestra razón, cuando miramos enbobados un paisaje de
verdes praderas y olor a veranos pasados, qué engranaje se
desenhebra cuando vemos reir a un niño, cuando hacemos nuestra esa
felicidad que le embarga por cualquier pequeñez, por algo que
nosotros ni sabemos ni podemos valorar...
¿Por qué si es tan fácil ser feliz
nos empeñamos en complicarlo?
De puntillas atardece mejor |
Por qué, si solo necesito perderme en
la calma de esos ojinos marrones, en esa mirada de respajilón que es
tan tuya, si me basta con esperar a que me robes los besos que yo no
me atrevo a darte...
Por qué
Será porque somos humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario